Los rostros de la Hidra

Los rostros de la Hidra

Invitación al libro: Los rostros de la (H)i(d)ra
Julio César Pol

…y etc. Despejamos el silencio, hoy 2005 –tope (o fondo) de este ciclo-. Retomando los códigos de los espacios, las formas y los sonidos, para un)d(irnos en la historia de la (de)gradación de la palabra. Somos las revistas literarias de turno, y como las que históricamente nos anteceden, estamos apostando.
Los diferentes clanes: El sótano 00931 (ES1), Taller literario (tLt), Tonguas (TGs) y Zurde (ZrD), se estrecharon en sus divergencias para formar Los rostros de la Hidra, propuesta que sella estas páginas en causalidad, azar y propósito divino. Desde 1990 hasta el 2003, en Puerto Rico, se produjeron más de 16 publicaciones grupales de estudiantes universitarios. Entre las que se encuentran: i) Camándula, ii) Códice, iii) ES1, iv) En la mirilla, v) Guazábara, vi) Huevo crudo, vii) Mice Entropic, viii) Puñal de epifanía, ix) Saragazo, x) tLt, xi) Tinta nueva, xii) TGs y xiii) ZrD, publicadas en papel mimeografiado, otras tales como: i) Borinquen literario, ii) En la orilla y iii) El cuarto del quenepón, nacieron en el umbral del espacio cibernético. Unidas a la larga tradición de revistas literarias como Guajana, Zona de carga y descarga, y Filo de juego, estas nuevas revistas han formado parte de la bestia mitológica a la cual la decapitación de uno de los rostros es sucedida por el nacimiento de otro: la Hidra de Lerna. Cada una de estas, funcionado de manera autónoma y como un todo. De forma que, en los últimos cincuenta años, las revistas literarias originadas en las distintas universidades han sido los talleres más importantes en la formación de los nuevos escritores puertorriqueños.
El que Los rostros de la Hidra recogiera exclusivamente autores del ES1, tLt, TGs y ZrD, es poco más que un capricho. La mayor parte de las revistas publicadas en este período han presentado un carácter alternativo -no institucional- y fugaz el cual dificulta seguirle el rastro. A pesar de la cantidad de revistas publicadas, la mayor parte de éstas no han respondido a un trabajo grupal -sino individual- lo que ha generado que su sobrevivencia no trascienda, en muchas ocasiones, del primer ejemplar. Contrario, los proyectos de ES1, tLt, TGs y ZrD, se han gestado desde grupos literarios organizados, más o menos consistentes, que han permitido a cada una de estos grupos, publicaciones y presentaciones múltiples e inclusive el trabajo entre ellos. Otro punto que quizás valdría la pena destacar, es que los autores aquí compilados no han sido fieles a ninguna publicación, entre las revistas ha habido un sano ejercicio de intercambio de fluidos y escritores. Más adelante observaremos esto en la fichas bio-bibliográficas de los autores aquí agrupados. Por esto, éste inventario no divide los autores por grupos o revistas, al final, cualquier segregación se la debe ser realizada por lector; lo contrario sería subestimarlo. Los rostros de la Hidra pretende ser la revista de esta “generación”.
Para el 2002, las revistas Guajana y Desde el límite se unieron a ES1, tLt, TGs y ZrD para formar (De)Generaciones: jornadas de encuentros literarios generacionales, celebrados alrededor de Puerto Rico. Estos encuentros intergeneracionales se llevaron a cabo en las ciudades de Ponce, Mayagüez, Caguas y San Juan, reuniendo a más de cien de los mejores poetas residentes en Isla pertenecientes a las generaciones del ’50 hasta la generación de poetas más recientes, cuya última promoción (1993 al 2003), antologamos en estas páginas. Algun@s de l@s escritores que participaron del convite fueron: Manuel de la Puebla, Ramón Zapata Acosta, Vicente Rodríguez Nietzche, Luis Rosario Quiles, Carlos Noriega, José Ramón “Che” Meléndez, Rosario Ferré, Vanessa Droz, Ivone Ochart, Etnairis Rivera, Magali Quiñones, Jan Martínez, Alberto Martínez-Márquez, Edgar Ramírez Mella y Mayra Santos-Febres. El gran éxito de esta actividad fue (re)unir las distintas generaciones del ámbito nacional, bajo el signo universal de la poesía, las cuales coexistían en eternas disputas de estilo y temática; autovalidándose y desacreditándose mutua e internamente. Sin duda, (De)Generaciones nos formó en lo que a proyectos de integración se refiere, y nos dio la excusa para seguir alimentando la voracidad de la Hidra. Es importante que aclaremos que desde la década del cincuenta, la literatura puertorriqueña ha tendido a fragmentarse en bloques de 10 años o en décadas: la generación del ’50 o los trascendentalistas; la generación del ’60 o los militantes; la generación de la crisis o la del ’70; la generación del ’80 o los soterrados; y la de los (post)edípicos o la del ’90.
El concepto de antología de poesía joven [o de escritores recientes] ya ha sido explorado con anterioridad en Puerto Rico. Algunas de las antologías (de)generacionales anteriores son Poesía nueva puertorriqueña[1], la cual recoge algunos de los escritores de las generaciones del ’60, y Junte de poesía[2], la cual presenta a varios de los escritores de la década de la crisis. Ambas antologías fueron compiladas por el poeta Luis Rosario Quiles. Una de las antologías generacionales más recientes lo fue El límite volcado[3], de los escritores Alberto Martínez-Márquez y Mario Cancel. Ésta presenta una muestra de la producción de los poetas de la generación soterrada de los ’80, generación que presentó ciertas controversias en torno a la proclamación de su existencia. Cada una de estas antologías fue punto focal de los escritores de las generaciones de turno, validando la existencia de promociones; propuestas literarias; estilos; estéticas diferentes y los límites categóricos de cada generación. Ya en años más recientes, hubo dos antologías que compilaron algunos de los escritores de la generación del ’90: Mal(h)ab(l)ar[4] de la escritora Mayra Santos-Febres, y Expresiones[5], del poeta Jan Martínez. Mal(h)ab(l)ar recoge algunos de los cuentistas y poetas más importantes de la década del ’80 y el ’90, tales como: Rafael Acevedo, José Raúl “Gallego” González, Emmanuel Bravo (estos dos últimos poetas forman parte, también, de nuestra muestra). Por otro lado, Expresiones, recoge la producción artística (cuento, ensayo, poesía y arte gráfico) de la llamada Generación X (concepto demográfico que, a nuestro entender, no aplica a Puerto Rico) y publica trabajos de escritores como Elidio la Torre, Mairym Cruz-Bernall, Chloé Georas, Urayoán Noel, Mario Antonio Rosa y Dharma Padró Daly, entre otros. Ya a nivel internacional, esta propuesta dialoga con antologías como Monstruos[6], de Arturo Carrera, y Poesía Española Reciente (1980 al 2000)[7] de Juan Cano Ballesta. Ambas antologías capturan escritores argentinos y españoles (respectivamente) nacidos entre los años de 1960 al 1975. Todas estas antologías de literatura joven son de valor incalculable, no tan sólo por la apuesta a la nueva sangre, sino porque la apuesta se proyecta hacia el medio de la mesa con los dados cargados.
Pareciera, pues, que las antologías de literatura joven, por su naturaleza selectiva, presentan un sinnúmero de bondades, pero a la vez, distintos problemas. Una de las dificultades principales de las antologías de literatura joven es la separación temporal del compilador con respecto a las obras. Por su naturaleza, las antologías de literatura joven no permiten una separación temporal del compilador con respecto de la obra que se antologa. Esto podría forzar sobre la selección, el fil(tr)o de nociones estéticas ya sobrepasadas, lo cual generaría la exclusión de aquellos trabajos “vanguardistas” que se alejen de las características generales observadas en la muestra principal, por lo que parece recomendable que el compilador vea la obra desde el futuro y desde una distancia generacional y demográfica mayor. Otro de los aspectos que ha limitado las antologías (particularmente en el caso de Puerto Rico) es que muchas no se sostienen en una revisión de literatura de las fuentes primarias. Este problema, como el anterior, puede generar la exclusión de escritores importantes. A pesar de estos contratiempos, las antologías de literatura joven poseen una gran virtud: posibilitan abrir la “ventana de la intuición” (un tanto clarividente) hacia el posterior. El tomar un puñado de poemas jóvenes y arrojarlo al ojo público, más que ser una simple propuesta panorámica del presente histórico, lleva a la anticipación del futuro. Esta compilación descifra los códigos del espíritu de la generación en desarrollo, generación que pronto va a asumir las instancias del poder (macro y micro) en los estadios culturales y económicos. Entonces, ¿qué nos dice el papel o los rastros del té sobre la porcelana?
Integrados, sin elección alguna, a este momento histórico, volátil y erosivo, hemos optado por ser sincretistas, catastróficamente atados al reloj, prácticos, paranoicos, apáticos a las estructuras tradicionales o rígidas, creyentes en el poder horizontal o en la anarquía, individualistas, pero, a la vez, integradores, universales, sin que esto signifique ser renuente a nuestro escenario más inmediato: el nacional. Así, escribiendo, creemos que enfrentamos la trivialidad; escribiendo de y sobre lo que se quiere (ya lo dijo Parra), atentos a las circunstancias y, además, a las repercusiones de éstas.
Nosotros, hijos de lo (im)posible, de la (post)modernidad, de los positivismos tecnológicos y los relativos positivistas, en fin, de la entropía; nosotros, hemos estado dotados de los atributos de la sujeción y la diversidad que nos brinda la actual revolución tecnológica y la muerte de la época contemporánea y sus absolutos. Este cambio de estación ha abierto pequeñas fisuras en las grandes barreras: el tiempo y los espacios. Son la red cibernética, los tratados de integración regional, la saturación mediática, el capital golondrina, el macworld, la homogenización del sistema político mundial, la videosfera, los teléfonos celulares y su “free roaming” y los enlaces líquidos (flexibles, no menos poderosos) de relaciones sociales las que nos han dotado de una virtual ubicuidad que, poco a poco, nos de(con)struyen y nos integran. De ahí, precisamente, el título que escogimos para este proyecto antológico: “Los rostros de la Hidra”.
Ya en el espacio de la in(ter)vención {paternalista} constituimos esta antología, Los Rostros de la Hidra, conscientes que (como alude Gerardo Diego) toda antología es una aspiración al error (no son todos los que están, ni están todos los que son) y, además, representa la imposición de un nuevo canon literario. Esto hace a esta compilación, como a cualquiera otra, un esfuerzo “mal” intencionado. Así, pues, tras la auto-advertencia, anticipamos que, en las próximas páginas, se recorrerá una muestra que consiste en la representación selectiva de dos poemas de un número total de 70 poetas puertorriqueños (o tránseuntes en la Isla). Ofreciéndole al lector una visión, aunque panorámica, no menos completa de la más reciente producción literaria de esta: “la ínsula más extraña”. También, esta antología pretende generar curiosidad suficiente al lector como para conducirlo, inevitablemente, a las obras individuales de cada uno de estos nuevos escritores de finales o principios de siglo.
¿Los estilos? Diversos, quizás nuestra principal característica. Aunque pudiera más que nunca notarse o, más bien, agudizarse, entre estos escritores, dos formas tradicionales que corresponden al género: la poesía escrita o textual, conocida también como introspectiva (para ser leída dentro de los márgenes de la página) y la poesía oral, ahora con influencias performativas heredadas de la poesía nuyorican (construida primordialmente para ser recitada, declamada, escuchada y vista, fuera de los márgenes de la página y a través de la apropiación de elementos teatrales).
La primera vertiente, la poesía introspectiva, es trabajada por la mayoría de los escritores ES1, tLt, y ZrD e influida, principalmente, por la literatura occidental de todos los tiempos. Esta poesía suele ser breve y ligera, e intimista en muchos casos, con inclinaciones hacia un tipo de hedonismo representativo de la experiencia individual del poeta. Dentro de esta línea, algunos de los trabajos más interesantes son los que exploran las profundidades biológicas y emocionales -sexuales- confrontadas con los referentes. En el caso de las escritoras, esta exploración se presenta una nueva construcción de su sexualidad: la mujer ante un apoderamiento de su cuerpo. Desde este nuevo lugar, la sexualidad, no se contempla como un instrumento de dominio o explotación hacia la figura femenina. Todo lo contrario, se desvía hacia otras planicies. Trabajos como: Brainstorming de noche de luna llena y aburrida, de Awilda Castro(tLt); Hacíamos el amor en una silla, de Mairym Cruz-Bernall (tLt); Un hombre desnudo es un paisaje bienvenido, de Kattia Chico (ES1); Soy pan, de Kristina Medina (ES1); Retrato, de Alexandra Pagán Vélez (ZrD); y Criatura mansa, de Irizelma Robles Álvarez (tLt), describen este nuevo posicionamiento de la mujer. Contrario a los discursos feministas anteriores, los cuales buscaban la emancipación femenina frente a una sociedad machista y denunciaban la sobra de la figura fálica como un lastre opresivo, este nuevo planteamiento establece a una mujer dueña de su sexualidad y diestra en los juegos sociales, utilizando su sexo para su satisfacción, como mecanismo de manipulación o, simplemente como una estrategia de poder. Otro giro distinto toman los trabajos de los escritores, en los cuales -en muchos casos- la sexualidad se presenta como una nostalgia afectiva e íntima. Como muestra de esta poesía masculina de la ausencia se pueden mencionar trabajos como: Bzzzzzzzz, de Pedro Juan Cabiya (tLt); Certeza, de Carlos Esteban Cana (tLt); de cómo el jóven poeta bajo los efectos subversivos del alcohol…, de Juanmanuel González; De repente me recuerdo, de Ángel Pont (ZrD); e Iluminación, de Marioantonio Rosa (tLt). Quizás, este discurso sea la reacción de un hombre enfrentado ante la crisis de una sociedad neomachista en plena transición, en la cual la mujer ejecuta su “libertad” de forma similar a como lo han hecho los hombres. Serían los poemas En la popa hay un toro reclinado, de Federico Irizarry (ES1); y Habla el que menos puede, de Rodrigo Zambrana(tLt), los mejores ejemplos de esto. Otro de los temas, esta vez discutido tanto por los escritores y escritoras, es el de la palabra. Trabajos como: Aforismo, de Janette Becerra (tLt); Hasta cuando, de David Capiello (ES1); I, de Eddie Ortiz (ES1); y Página escrita., de Jorge Rodríguez (ES1), desarrollan el ansia por la palabra y la preocupación por sus limitaciones. No faltan, tampoco, poemas de introspección o ubicación como Génesis, de Ana María Fuster (ES1); Y el camino perdí de las palabras que decía…, de Rosa Vanessa Otero; y Mis líneas, de Amarilis Tavárez Vale (ES1).
Los temas sociales, como ha ocurrido desde la generación del ’60, no se abandonan y se trabajan, principalmente, por la revista ZrD. Algunos de los trabajos de crítica social que se pueden encontrar son El biutiparlor, de Nicole Cecilia Delgado (ZrD), Opios, de Juan Carlos Serrano (ZrD) y ¿Por qué tanto miedo entre la gente?…, de Robert Jara (ES1). Esta poesía social reconoce a los seres humanos como puentes entre las cuatro dimensiones que se manifiestan en la materia y el hiperplano imaginario. Debido a esto, sabemos que podemos afectar el curso de los eventos de la materialidad social con las palabras. Las palabras desde el imaginario, a través de nosotros, pueden cambiar el mundo y más, si pensamos que el mundo que conocemos está formulado por una infinidad de códigos que se entretejen: el mundo es plastilina. Por eso, decir es reinventar la realidad, ficcionalizarla, revelar la idea y las diferentes lecturas (que se potencian) sobre la materia y los eventos. A pesar de esto y conociendo el poder de la palabra, no siempre estamos dispuestos a utilizarlo; en mucho, somos simples espectadores, cronistas del abismo.
Otro de los temas recurrentemente trabajado por la crítica social es el de las crónicas urbanas. Escritos como: Los muchachos, de José Raúl González “Gallego” (tLt); Buceando manco, de Uruayoan Noel (tLt); Vivo en lado más triste de la ciudad, de Julio César Pol (ES1); Historieta #1 sobre Manteca y otras ilusiones ópticas, de Edwin Rodríguez (ZrD); y Paxil blues de Elidio la Torre (tLt), recrean la subsistencia en el laberinto de brea que se levanta, y se entrecruza en la ciudad. Al igual que estos escritos, muchos de los poemas que tratan la poesía preformativa que mezcla inglés y español se sitúan también en espacios urbanos.
La segunda vertiente, marcadamente influida por la poesía nuyorican que se formó en el exilio a consecuencia de la emigración de millones de puertorriqueños a los Estados Unidos de Norteamérica, es trabajada, principalmente, por los escritores Raúl Morris “Gorras” (tLt), Guillermo Rebollo Gil (ES1), Jennifer Torres (ZrD) y la mayoría de los escritores de la revista TGs. Estos podrían considerase los herederos de dicha vertiente o movimiento literario. La mezcla de los dos principales idiomas de nuestro entorno (ingleñol, según Cintrón) responde a la continua fricción cultural que enfrentaron y enfrentan miles de puertorriqueños en las metrópolis estadounidenses. Estos escritores: migrantes, hijos o nietos de migrantes de retorno reestablecidos en la Isla, trabajan dicha forma de expresión artística como una respuesta lingüística (de resistencia o aceptación) a la aculturación proveniente del norte imperialista. Dentro de esta vertiente, destacan escritos como: Caribbean Queen, de Lorilee Cabrera Liberato (TGs); Soy tu chica de guerrilla cultural, de Lynette Cintrón Ortiz (TGs); y Tonguas, de Nina Dimarie Valedón (TGs).
Examinando estos dos tipos de poesía -la performativa y la artesanal-, podemos detectar que en la poesía escrita en español puede percibirse una constante ausencia del espacio político-nacional inmediato o -por lo menos- que éste no se presenta con obsesiva preocupación. Pero, en la poesía oral o performativa, escrita en inglés, español o en la que se integran ambos idiomas, se manifiesta todavía una continua añoranza o necesidad de autocontextualizarse dentro de los referentes nacionales. La cercanía de estas dos vertientes (aparentemente contrapuestas) promete provocar en el futuro, más y variadas fusiones. Quizás, sea esta contradicción la actitud necesaria para enfrentar la(s) realidad(es), ya lo dijo Paz con relación a la poesía.
Entre el desenfreno y la cautela -desde la extrañeza-, abrimos un vértice en el papel para que este monstruo (desde ahora) mitológico acceda a usted –estimad@ amig@ y presa lectora-. Tenga a bien escuchar las voces más recientes de la literatura puertorriqueña.
[1] Rosario Quiles, L. (1971). Poesía nueva puertorriqueña. Edil, San Juan.
[2] Rosario Quiles, L. (1972). Junte de poesía. Bondo, San Juan.
[3] Martínez-Márquez, A. y Cancel, M. (2000). El límite volcado. Isla Negra Editores, San Juan.
[4] Santos Febres, M. (1997). Mal(h)ab(l)ar: Antología de la nueva poesía puertorriqueña. Editorial Yagunzo, San Juan.
[5] Martínez J. (2002). Expresiones. Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan.
[6] Carrera, A. (2001) Monstruos: antología de la joven poesía argentina. Tezontle, Buenos Aires.
[7] Cano Ballesta, J. (2001). Poesía Española Reciente (1980 al 2000). Visor de poesía, Madrid.

 

 

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